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Darwin entre las máquinas

" Darwin entre las máquinas " es el título de un artículo publicado por Samuel Butler en el periódico The Press , de Nueva Zelanda, nada menos que en 1863. En ese artículo, publicado 4 años después que El origen de las especies de Charles Darwin , se habla sobre cómo las máquinas podrían verse como "vida mecánica" y las piensa como plausibles de caer bajo la evolución por selección natural como los seres vivos. Butler medita en ese artículo, en una época en que las máquinas eran muy rudimentarias, cómo estas podrían suplantar al ser humano como especie dominante. Butler habla de conciencia mecánica, que sería lo que hoy en día conocemos como inteligencia artificial . Es decir, un programa creado por el hombre que tiene la capacidad de aprender por sí mismo, y modificarse acorde a lo que aprende. Se trata del registro más antiguo de una forma de pensar a las máquinas que derivaría más de un siglo después en lo que se conoce como la Singularidad Tecnol

Evidencias humanas en China de hace 2,12 millones de años

Descubren evidencias de que los humanos vivían en Asia mucho antes de lo pensado. Se trata de herramientas líticas de hace 2,12 millones de años. Esto indicaría que nuestros antepasados salieron de África mucho antes de lo pensado, o como una minoría de científicos cree, podrían haber evolucionado en Asia. Hasta la fecha, las evidencias más antiguas de humanos fuera de África, eran los restos fósiles de Dmanisi, en Georgia. Se trata de Homo erectus de 1,85 millones de años de antigüedad. Los que le seguían son los restos fósiles y herramientas líticas de China e Indonesia, que van de 1,5 a 1,7 millones de años de antigüedad. Los restos reportados en Nature son 96 puntas y filos de piedra descubiertas en Shangchen, en el centro de China. Herramientas líticas que seguramente nuestros parientes de antaño utilizaban para descarnar los huesos de sus presas, ya que junto con los restos materiales, se descubrieron fósiles de antílopes, venados y cerdos. El equipo de paleoan

El dedo gordo trepador de los niños Australopithecus

Nuestros antepasados de hace más de 3 millones de años, los Australopitecos, tenían un pie adaptado a caminar en dos patas, como nosotros, pero sus niños tenían unos dedos gordos especiales: eran capaces de agarrar, esto les permitía sujetarse al cuerpo de sus madres, o trepar a los árboles. Para los paleoantropólogos es muy difícil encontrarse con pies a la hora de estudiar la evolución de nuestro andar bípedo. Tiene 26 huesos pequeños, por lo que es muy difícil descubrirlos en los fósiles de nuestros antepasados. Lucy, la astralopiteca más famosa, y uno de los fósiles de homínidos más completos, no tenía sus pies. Se conocían pies fósiles de los Australopithecus , que si bien evidencian una forma de caminar diferente a la de sus descendientes los humanos, eran bípedos habituales. Pero un nuevo estudio, publicado en Science Advances , muestra que los pies de los niños mantenían ciertas características más similares a las de los chimpancés. Mi pie izquierdo fósil Se trata d

Los otros humanos ¿Siempre estuvimos solos?

Desde que el ser humano empezó a clasificar científicamente a todos organismos vivos, se distanció de ellos. Estábamos solos frente a un mundo de brutos cuando Carl Linneo le puso el nombre Homo sapiens a nuestra especie, allá por 1758. Pero en el siglo XIX se inició una ola que fue juntando fuerza durante 100 años hasta transformarse en un tsunami en los últimos 10, que nos fue convirtiendo en uno más de esos seres vivos que no queríamos en nuestro Linkedin biológico. Se trata del descubrimiento de otras especies humanas, nuestros parientes, que a la mayoría de los científicos les llevó más de 100 años aceptar que, no sólo convivieron con nuestra especie, sino que se mezclaron amorosamente hasta el grado de haber dejado marcas en nuestro ADN. La ola la inició el famoso Hombre de Neandertal en 1856, cuando fue descubierto su fósil más famoso en la cueva Fedhofer, del valle del río Neander, Alemania. Se trataba de los huesos de un hombre raro, pero un hombre al fin, que demostrab

Evolución, lactancia y dientes en forma de pala

El rol crítico que juega la lactancia materna en la supervivencia de un niño, podría haber llevado a que se esparciese una mutación que amplió los ductos mamarios, y modificó la forma de los dientes entre las poblaciones de los antiguos asiáticos que se transformarían en los primeros americanos durante la última edad de hielo, hace unos 20 mil años. ¿Qué tienen que ver la última Edad de Hielo, la forma de los dientes, y cómo amamantan los nativos americanos? Es uno de esos casos dignos del Investigador de Misterios Evolutivos. Un nuevo descubrimiento vincula los dientes en forma de pala de los nativos americanos con la forma de los ductos mamarios. Según un nuevo estudio publicado en PNAS , la mutación genética en cuestión llevó a que las mamas tuviesen una mayor densidad de ramificaciones de los ductos mamarios, lo que a su vez aporta una mayor cantidad grasa y vitamina D a los infantes lactantes del lejano y helado norte de hace 20 mil años. En el extremo norte los r

Los chimpancés no viven donde se creía

Los chimpancés no necesariamente viven donde los biólogos creían que lo hacían. ¿Y esto qué nos importa? Como siempre, nuestros parientes más cercanos tienen mucho que enseñarnos sobre cómo y dónde vivían nuestros antepasados homínidos. Para estudiar dónde vivían los neandertales, que son los homínidos extintos sobre los que más información tenemos, los científicos se valen de los mismos modelos predictivos que se utilizan para los chimpancés, que se ha comprobado que son inexactos. Cuando hablamos de chimpancés del África tropical, la razón de la inexactitud de los mapas de distribución es que muchas de las regiones no han sido estudiadas in situ por biólogos para ver si tenían o no poblaciones de primates en tiempos modernos, sino tan sólo por modelos predictivos. Esos mismos modelos que se basan en las supuestas preferencias de hábitat ecológicos se utilizaron para analizar dónde podían llegar a vivir los neandertales u otros homínidos extinguidos. Un nuevo est