«Neandertales y hombres modernos cohabitaron pacíficamente en Gibraltar»
Por Joaquín Rodríguez Vidal Catedrático de Geodinámica Externa de la Universidad de Huelva, investiga sobre la Geología del Cuaternario
La paleoantropología ha avanzado mucho en el último siglo y, los restos fósiles nos han hecho entender que los homínidos hemos constituido especies distintas, correlativas en el tiempo. En muchos casos, hemos coexistido temporal y espacialmente; es decir, utilizando el mismo hábitat. De ahí que surjan ideas como la competencia interespecífica o la extinción (algunos sugieren exterminio) entre especies humanas contemporáneas.El reciente hallazgo del Hombre de Flores, especie de talla enana, conviviendo en la misma isla con los humanos modernos, llegados tardíamente, ha roto muchos paradigmas. Pero el hombre de Neandertal es, sin duda, la gran incógnita por descubrir: tan cercano y tan desconocido. Coexistiendo, conviviendo, compartiendo su existencia con los modernos, o, por el contrario, compitien-do, recelando, esquivando… Tal vez, aniquilándose mutuamente. Las ideas mantenidas hasta ahora, no demostradas suficientemente, suponen la extinción de los Neandertales por causa directa de los Modernos; es decir, competición por el hábitat, por los recursos alimenticios, ¿por la supremacía entre especies?
La Cueva de Gorham’s, en el Peñón de Gibraltar, ha sido un interesante yacimiento de ocupación Musteriense (neandertales) desde que comenzaron sus excavaciones en la década de los 50. Es en este último lustro cuando un equipo interdisciplinar e internacional, liderado por el director del Museo de Gibraltar, Clive Finlayson, realiza descubrimientos sorprendentes sobre la vida de estos homínidos (Nature, 443, 850-853, 2006).
Esta cueva, situada casi al nivel del mar, contiene un registro continuo de unos 18 metros de espesor, donde se cuenta cómo y cuándo vivieron los nean-dertales en el sur de la península Ibérica y cuál era su hábitat. Lo más llamativo es, evidentemente, que vivieron aquí casi permanentemente durante varias decenas de miles de años, hasta los 28.000 y, probablemente hasta hace 24.000 años. Es, por tanto, la evidencia mundial más clara de los Neandertales tardíos, tal vez uno de los últimos grupos que habitaron este planeta. Pero este registro sedimentario nos cuenta también que, una vez desaparecida la ocupación neandertal de la cueva, ésta no albergó a los hombres modernos hasta unos 5.000 años después; es decir, no hubo competencia entre ambas especies y no hubo necesidad de habitarla hasta miles de años después. La comparación con el registro arqueológico de otros yacimientos costeros próximos indica que los grupos de ambas especies compartieron los mismos recursos alimenticios y el mismo territorio, pero la riqueza y variedad de estos recursos junto con la escasa densidad de población humana permitieron, posiblemente, que cohabitaran pacíficamente en el sur de la Península. Este territorio andaluz fue también un refugio climático para otras especies, que migraron desde el norte de Europa huyendo de las bajas temperaturas del último Periodo Glacial.
El diario español El Mundo publica una interesante nota:
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