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La vida cotidiana de los neandertales

El hombre de Neandertal es el pariente humano extinto más famoso. Poca gente no los conoce de nombre, pero también son pocos los que saben cómo era su vida cotidiana en plena Era de Hielo. Algo que hoy se conoce gracias a la increíble cantidad de descubrimientos científicos de las últimas décadas.



Artículo publicado originalmente en Muy Interesante, España. Febrero, 2024. Nº 513.


El día en que nos enteramos que habíamos compartido el planeta con otros humanos, hace 167 años, comenzó una campaña para diferenciarlos de nosotros. Los primeros restos óseos neandertales en hacerse conocidos fueron los que les dieron nombre, descubiertos en el valle de río Neander, Alemania, en 1856.

Durante casi 150 años se los diferenció del Homo sapiens en todo lo que se pudo, pero en los últimos 20 años la cantidad de conocimiento que se adquirió de ellos, tanto por descubrimientos fósiles y arqueológicos, como por la secuenciación de su ADN, ha permitido que los expertos puedan conocer cómo eran realmente en su vida diaria.

Los neandertales eran cazadores avezados, y recolectores de una amplia variedad de alimentos. Dominaban el fuego, que utilizaban tanto por su calor, como para cocinar. Hacían herramientas sofisticadas.

Fabricaban y vestían ropa, y también crearon objetos ornamentales y arte. Cuidaban a sus enfermos, y enterraban a sus muertos. Es decir, su vida cotidiana no difería casi en nada con la de nuestros antepasados directos los Homo sapiens de la Era de hielo, que vivieron en el período de 100 mil a 40 mil años atrás.

El Homo neanderthalensis y nuestra especie Homo sapiens, tienen un antepasado común que es el Homo heidelbergensis. No está claro cuándo ocurrió la divergencia que los llevó por dos caminos evolutivos bastante diferentes, pero los expertos estiman que ocurrió entre 800 mil y 400 mil años atrás.

Del frío llegaron


Los restos fósiles más antiguos de neandertales tienen 430 mil años, y fueron descubiertos en Sima de los Huesos, España. Mientras que los restos de Homo sapiens más antiguos son de Jebel Irhoud, Marruecos, con 300 mil años de antigüedad. Es decir, unos se adaptaron a la vida fría de Europa, y los otros a la amplitud climática de África.

Lo más aceptado por los expertos es que los antepasados de los neandertales y sapiens quedaron aislados durante el inicio de la Era de Hielo conocida como Saale, un período glacial extremadamente frío que favoreció la evolución de los rasgos más característicos de los neandertales.

Su cuerpo era robusto en todo sentido, huesos gruesos y gran musculatura, a lo que se sumaba una mayor reserva de grasa. Tenían una caja torácica amplia, caderas anchas, extremidades cortas, y una nariz mucho más grande que la nuestra. Todas estas características son adaptaciones para lidiar con el aire seco y frío de unas temperaturas muy por debajo de las actuales.

Se ha descubierto una increíble cantidad de restos fósiles y arqueológicos de los neandertales, especialmente de 130 mil años atrás hasta su desaparición hace unos 40 mil años. Desde esqueletos completos, hasta herramientas de piedra, de hueso, objetos ornamentales, o pinturas rupestres. Todo esto les ha permitido a los científicos poder crear una imagen sobre cómo era la vida cotidiana de la especie humana más famosa después de nosotros.

¿Presa o cazador?


Hasta hace poco más de 25 años, la opinión generalizada de los expertos era que los neandertales eran principalmente carroñeros y recolectores, con poca caza. Esta visión provenía de prejuicios hacia una especie que se consideraba inferior a nuestros antepasados directos de esa misma época. Preconceptos basados en la poca evidencia que había.

Esta primera imagen de ellos se debía principalmente porque, hasta que se pudo descubrir herramientas de calidad asociadas a fósiles neandertales, siempre que aparecía alguna herramienta de piedra de calidad, se pensaba debía haber sido hecha por Homo sapiens.

Tampoco ayudó que en los primeros descubrimientos de restos de animales asociados a yacimientos neandertales se notaba una ausencia de huesos de extremidades, los que suelen tener más carne. Eso llevó a pensar que eran carroñeros, y sólo comían lo que dejaban cazadores como los leones cavernarios.

Pero la evidencia demostró que esos huesos faltaban porque solían ser destrozados para extraer la médula, el tuétano, tan rico en calorías. Y que los neandertales no se llevaban las sobras de los leones, sino que los cazaban, y hasta se quedaban sus pieles como ornamento o protección contra el frío.

También contaban con la tecnología justa para cada ocasión. No sólo fabricaban herramientas de piedra con filos que podrían rivalizar con los de una espada de hierro, sino que utilizaban un pegamento que hacían calentando corteza de abedules para que las puntas de piedra se adhiriesen bien al asta de madera de las lanzas. También cazaban simplemente con lanzas de madera, con la punta endurecida al fuego.

Los neandertales fueron cazadores habilidosos y estratégicos, con una amplia variedad de presas, de las mas pequeñas a las más grandes de la época.

Cazando gigantes


Una de las criaturas más majestuosas de la última Era de Hielo fueron los Palaeoloxodon antiquus, elefantes que podían llegar a los 4 metros de altura. Es decir, casi equivalente a 2 neandertales adultos uno parado arriba del otro. Las evidencias más claras de cacerías de estos mastodontes son de la cueva Neumark-Nord 1, Alemania, con 125 mil años de antigüedad.

Cuando los expertos descubren evidencias de huesos de esas presas magníficas con marcas de corte, descarnado o daño de lanzas, no sólo les dice que eran cazados por los neandertales de esos tiempos. Sino que plasma toda una pintura sobre cómo era la vida cotidiana de esa especie humana.

Abatir un elefante de 13 toneladas, con 4 metros de altura, patas y colmillos mucho más largos que los actuales, no podía lograrlo un cazador solitario, ni siquiera una familia, o un grupo pequeño. Requería de la colaboración de diferentes de los grupos típicos neandertales que eran de unas 25 personas.

Comunidades que no sólo se juntaban para logras semejante hazaña de caza, sino para compartir la masiva cantidad de carne que una presa de esas podría aportar. Para hacernos una idea, equivaldría a dos elefantes africanos actuales. Con la cantidad de comida que representaba, cuatro grupos, o 100 neandertales, podría vivir hasta un mes. O una semana de comida para 12 grupos neandertales, 300 personas.

Lo que les cuenta a los expertos una evidencia tan simple como un hueso de elefante gigante con marcas de que fue descarnado con una herramientas filosa, o tiene daño de una lanza, era que existía coordinación entre los diferentes grupos de neandertales.

Lo que podía llevar a que se juntasen una o dos veces al año para una fiesta de carne, ya que podrían ser varios ejemplares que abatían si los acorralaban en algún sitio entre más de 100 neandertales.

La mujer cazadora


Así como los neandertales se hicieron fama de los peores y más torpes humanos de la prehistoria, por los prejuicios de los científicos, lo mismo ocurrió con el papel de la mujer durante esa época.

Por ser hombres, con una ideología machista, los primeros en dedicarse a estudiar a nuestros parientes extintos, desde fines del siglo 19 y gran parte del siglo 20, se asumía que los que cazaban eran los hombres, y las mujeres se quedaban en el campamento al cuidado de los niños, y a cargo de la recolección de alimentos.

Pero la evidencia científica fue cambiando esa visión desde los años 1970s, en que las mujeres también aportaron su forma de interpretar el registro fósil y arqueológico. Hoy en día los expertos ya no piensan en el cavernícola cazador con su mujer siguiéndolo de cerca cargada de niños.

La imagen es la de un grupo mixto de cazadores, tanto hombres como mujeres, rodeando a su presa, creando herramientas de piedra en el campamento, o recolectando alimentos. Esto lo apoya la evidencia científica, y en el caso de los neandertales, al ser la especie humana extinta mejor estudiada, aporta una idea bien clara de esta igualdad.

El estudio de los huesos neandertales ha demostrado lo difícil que era la vida de estos cazadores, por la gran variedad de heridas que se ve en esos huesos, tanto cicatrizadas a lo largo de una vida, como algunas que podrían haberlos llevado a la muerte. Y eso no difiere en lo más mínimo entre hombres y mujeres.

Sus esqueletos muestran marcas que cuentan mucho. Eran las dejadas por la musculatura trabajando, y de actividad constante, y de las fracturas producto de una vida en las montañas y de cazar animales peligrosos.

Esto le muestra a los expertos que hombres y mujeres estaban haciendo las mismas cosas, que iba desde perseguir, acorralar, y cazar grandes animales, hasta procesar sus pieles, y fabricar herramientas. Es decir, mujeres atacando elefantes gigantes con lanzas, y hombres haciendo ropa con pieles de oso o leones.

De cangrejos a leones


Pero no sólo de elefantes gigantes se alimentaban los neandertales. Su dieta era muy variada, y cambiaba incluso de región en región, casi como podría verse en el mundo humano actual. Por ejemplo, en la cueva Spy, Bélgica, una de la primeras estudiadas, los paleoantropólogos se encontraron con una población principalmente carnívora, centrados en rinocerontes lanudos y muflones, ovejas salvajes. En la cueva El Sidrón, norte de España, se puede ver recolección de hongos, musgos y nueces. Mientras que en la cueva Figueira Brava, cerca de Lisboa, Portugal, los neandertales cocinaban cangrejos.

Todo esto lo pueden saber los expertos al estudiar la dentadura de los restos fósiles. El sarro dental preservado, puede aportar ADN, es decir los genes de microorganismos, virus o en este caso seres vivos que fueron alimento de quienes usaron esos dientes mientras estuvieron vivos.

Otra forma de saber qué comían es la de analizar los restos de animales descubiertos en cuevas. Así se descubrió recientemente en Siegsdorf y en Einhornhöhle, Alemania, que los neandertales cazaban y comían leones desde hace unos 190 mil a 48 mil años atrás.

“Son las evidencias más antiguas de humanos cazando un depredador tan grande”, dijo Gabrielle Russo, paleoantropólogo de la Universidad de Tübingen, Alemania, primero autor de un estudio publicado en la revista Scientific Reports, en octubre de 2023.

El león es seguramente el enemigo más carismático que el ser humano se ha encontrado a lo largo de su historia evolutiva. Lo sigue siendo hoy en día. Pero el león cavernario, que vivió a lo largo de Europa durante la última Era de Hielo eran bastante más grandes que los actuales, llegando a los 2 metros y medio de largo, y metro veinte de altura.

Los neandertales los cazaban con lanzas de madera, como se evidencia de las marcas dejadas en los huesos donde fueron clavadas. También hay evidencias de descarnado, e incluso de utilización de las pieles no sólo como protección contra el frío, sino con algún significado cultural. Eso nos lleva a otra característica de los neandertales que los acercaban a nuestros ancestros Homo sapiens, que es el pensamiento simbólico.

Darle sentido al mundo


Son famosas las cuevas con pinturas rupestres como Altamira, o tallas tan magníficas como la venus de Willendorf, ambas realizadas por Homo sapiens hace unos 25 mil años. Pero los neandertales también eran capaces de tener un pensamiento simbólico y plasmarlo en objetos de arte y ornamentales.

La caza era algo muy presente en estas primeras evidencias de pensamiento simbólico entre neandertales, ya que era algo muy importante en su vida. Por eso se ve reflejado en el arte rupestre, tallas en hueso, y en conservar la piel de leones como adorno.

En Einhornhöhle, Alemania, se descubrió la evidencia más antigua de esto último. Se ven marcas en los huesos que evidencian que se despellejó al animal de forma que la pata y las garras quedasen junto a la piel. Es decir, no sólo estaban interesados en la ella como una forma de aislarse del frío, sino que querían que se note que era de un león.

Los neandertales ya contaban con un pensamiento cultural hace 190 mil años, y lo mantenían en sus últimos tiempos hace unos 40 mil años atrás, cuando coleccionaban y modificaban cráneos de sus presas, como el caso de la cueva Des-Cubierta del valle del río Lozoya, en España.

Fueron una especie humana que debe haber sido muy rica culturalmente, tanto como nuestros antepasados directos Homo sapiens, que ocuparon el espacio que los neandertales dejaron hace unos 40 mil años atrás. Los neandertales son, tal vez, los otros humanos con los que más nos relacionamos, al grado de que hoy llevamos entre un 2 y un 4 por ciento de sus genes en nuestro ADN.




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