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El dedo gordo trepador de los niños Australopithecus

Nuestros antepasados de hace más de 3 millones de años, los Australopitecos, tenían un pie adaptado a caminar en dos patas, como nosotros, pero sus niños tenían unos dedos gordos especiales: eran capaces de agarrar, esto les permitía sujetarse al cuerpo de sus madres, o trepar a los árboles. Para los paleoantropólogos es muy difícil encontrarse con pies a la hora de estudiar la evolución de nuestro andar bípedo. Tiene 26 huesos pequeños, por lo que es muy difícil descubrirlos en los fósiles de nuestros antepasados. Lucy, la astralopiteca más famosa, y uno de los fósiles de homínidos más completos, no tenía sus pies. Se conocían pies fósiles de los Australopithecus , que si bien evidencian una forma de caminar diferente a la de sus descendientes los humanos, eran bípedos habituales. Pero un nuevo estudio, publicado en Science Advances , muestra que los pies de los niños mantenían ciertas características más similares a las de los chimpancés. Mi pie izquierdo fósil Se trata d

Los otros humanos ¿Siempre estuvimos solos?

Desde que el ser humano empezó a clasificar científicamente a todos organismos vivos, se distanció de ellos. Estábamos solos frente a un mundo de brutos cuando Carl Linneo le puso el nombre Homo sapiens a nuestra especie, allá por 1758. Pero en el siglo XIX se inició una ola que fue juntando fuerza durante 100 años hasta transformarse en un tsunami en los últimos 10, que nos fue convirtiendo en uno más de esos seres vivos que no queríamos en nuestro Linkedin biológico. Se trata del descubrimiento de otras especies humanas, nuestros parientes, que a la mayoría de los científicos les llevó más de 100 años aceptar que, no sólo convivieron con nuestra especie, sino que se mezclaron amorosamente hasta el grado de haber dejado marcas en nuestro ADN. La ola la inició el famoso Hombre de Neandertal en 1856, cuando fue descubierto su fósil más famoso en la cueva Fedhofer, del valle del río Neander, Alemania. Se trataba de los huesos de un hombre raro, pero un hombre al fin, que demostrab

Evolución, lactancia y dientes en forma de pala

El rol crítico que juega la lactancia materna en la supervivencia de un niño, podría haber llevado a que se esparciese una mutación que amplió los ductos mamarios, y modificó la forma de los dientes entre las poblaciones de los antiguos asiáticos que se transformarían en los primeros americanos durante la última edad de hielo, hace unos 20 mil años. ¿Qué tienen que ver la última Edad de Hielo, la forma de los dientes, y cómo amamantan los nativos americanos? Es uno de esos casos dignos del Investigador de Misterios Evolutivos. Un nuevo descubrimiento vincula los dientes en forma de pala de los nativos americanos con la forma de los ductos mamarios. Según un nuevo estudio publicado en PNAS , la mutación genética en cuestión llevó a que las mamas tuviesen una mayor densidad de ramificaciones de los ductos mamarios, lo que a su vez aporta una mayor cantidad grasa y vitamina D a los infantes lactantes del lejano y helado norte de hace 20 mil años. En el extremo norte los r

Los chimpancés no viven donde se creía

Los chimpancés no necesariamente viven donde los biólogos creían que lo hacían. ¿Y esto qué nos importa? Como siempre, nuestros parientes más cercanos tienen mucho que enseñarnos sobre cómo y dónde vivían nuestros antepasados homínidos. Para estudiar dónde vivían los neandertales, que son los homínidos extintos sobre los que más información tenemos, los científicos se valen de los mismos modelos predictivos que se utilizan para los chimpancés, que se ha comprobado que son inexactos. Cuando hablamos de chimpancés del África tropical, la razón de la inexactitud de los mapas de distribución es que muchas de las regiones no han sido estudiadas in situ por biólogos para ver si tenían o no poblaciones de primates en tiempos modernos, sino tan sólo por modelos predictivos. Esos mismos modelos que se basan en las supuestas preferencias de hábitat ecológicos se utilizaron para analizar dónde podían llegar a vivir los neandertales u otros homínidos extinguidos. Un nuevo est

Me late el ojo, ¿por qué?

¿ Por qué nos late el ojo ? Es una sensación molesta que solemos sentir en el párpado superior derecho, que generalmente todos asocian al estrés que nos generan las vidas agitadas que llevamos en las ciudades. Es así, la culpa es del estrés, pero… ¿qué tiene que ver el estrés con que me lata el ojo ? Aunque no parezca... es culpa de la evolución. Nuestro cuerpo es un rejunte de adaptaciones que se fueron subiendo una sobre otra a lo largo de millones de años de evolución, convirtiéndonos en un diseño que pareciese amateur, en vez del trabajo digno de un ingeniero.     Latido del párpado Podrá parecer que el ojo pega saltos, pero lo cierto es que desde fuera nadie lo nota, porque el latido del ojo no es tan notorio. Su nombre clínico es  mioquimia superior oblicua , que no está asociada a nada malo, si sólo dura unos pocos días y se va sola. Sólo debemos preocuparnos, e ir a una consulta con el médico si es constante, si  nos late el ojo  sin parar durante varios días.