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Entrevista a Juan Luis Arsuaga

Entrevista publicada en el periódico español ABC:

«En España hay hambre de buenas historias, como en la posguerra con la comida»

«En España hay hambre de buenas historias, como en la posguerra con la comida»
Arsuaga, ante el cráneo 5 de Atapuerca: «Hacemos a la calavera las mismas preguntas que Hamlet a la de Yorick: ¿cómo eran sus labios, su risa, cómo era su pensamiento?»
JUAN LUIS ARSUAGA
Paleontólogo, codirector del yacimiento de Atapuerca
MADRID. Hemos venido de un misterio, procedemos de un pasado remoto al que nos asomamos gracias al conocimiento que los paleontólogos arrancan de unos pocos huesos fosilizados. Pero ya sabemos muchas cosas. Juan Luis Arsuaga es uno de nuestros mejores científicos, una celebridad, desde el descubrimiento de la especie Homo Antecessor en Atapuerca. Y es un gran divulgador que acaba de ordenar cuanto se sabe de la evolución del hombre en un libro precioso: «La saga humana» (Edaf), ilustrado por los hermanos Kennis, «magos» que mezclan la pintura con el rigor de los datos científicos para devolver la vida a nuestros ancestros.
Entramos en su despacho y allí, mientras le fotografían, el paleontólogo sostiene una copia del cráneo 5 de Atapuerca, al que han bautizado Miguelón, en honor de Indurain. Bien podría llamarse Yorick y Arsuaga ser Hamlet, como confiesa: «Es que Hamlet le hacía a la calavera preguntas típicas de paleontólogo: ¿cómo eran sus labios, su risa, cómo era su pensamiento? Eso quiero yo saber de Miguelón»
-¿Por qué es tan importante saber de dónde venimos?
-En «El Gen egoísta», Dawkins dice: los seres vivos han habitado el planeta tierra desde hace más de tres mil millones de años sin que ninguno supiese por qué, hasta que la verdad al fin fue descubierta por uno de ellos, que fue Darwin. Entonces nos hicimos conscientes y entendimos el mundo, por qué hay diversidad, por qué sómos como somos. Si una inteligencia extraterrestre nos visitara y quisiera probar nuestro grado de desarrollo, la primera pregunta sería: ¿han descubierto ya la evolución?
-¿Es también un avance espiritual?
-Claro: la perspectiva biológica, científica, del mundo, no excluye tener sensibilidad. No es incompatible, no podemos dar la espalda a la parte más creativa de la mente humana. Somos una especie consciente, lo cual es un milagro -en un sentido convencional del término-, pero la aparición de la consciencia nos convierte en la única materia consciente de este planeta. El resto de los entes, vivos o inanimados, no son como nosotros. Seremos una forma de vida más, pero tenemos esa capacidad. La mejor definición de nuestra especie sigue siendo la de Shakespeare: estamos hechos, literalmente, de la misma sustancia de los sueños.
-¿Y el mundo cobra sentido?
-Es que siempre estamos buscando el sentido a todo. En eso consiste la mente moderna, esa que aún nos preguntamos cuándo apareció, ése es el problema. Hacemos cosas que significan algo.
-Aunque no sepamos qué.
-Aunque no sean utilitarias, sí. A las herramientas les añadimos diseño, belleza... Todo lo codificamos: algo hermoso, un signo de riqueza, de identidad nacional, religiosa, de sexo... La capacidad de crear mundos paralelos es lo nuestro. No sé si es bello que un sij se ponga un turbante, pero sirve para saber que es un sij.
-Y todos en el continuo del tiempo.
-Estos fósiles, estos abuelos, nos han legado sus genes. Esta historia es la nuestra, no está terminada, ni cancelada. El conocimiento nos da esa profundidad, nos conecta con el pasado y con el resto de la vida, lo cual engrandece la visión del ser humano. No tiene nada que ver con las ideas religiosas. Yo no puedo entender a los creacionistas. A mí su visión del hombre me parece limitada y miope. Limitarse a pensar sólo en una voluntad divina en vez de ver que estamos conectados con el tiempo, con el pasado remoto y con el resto de las especies vivas. En el último párrafo de «El origen de las especies», Darwin dice: «Hay grandeza en esta concepción de la vida... mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un comienzo tan humilde, infinidad de formas cada vez más bellas y maravillosas». Esto no es reducir la visión del ser humano.
-En el libro habla de cómo, al llegar el Neolítico, el hombre más que abandonar la naturaleza aprende a manipular el ecosistema, que era sagrado para los cazadores, con un fin productivo.
-Se acelera la naturaleza y se especializa. El neolítico, de todos modos, no fue un buen negocio. Lo vemos en los esqueletos de entonces, que son bajitos y están peor desarrollados. Y además, algo terrible, se inventa el trabajo y desde entonces, el número de bocas que se alcanza a alimentar depende del trabajo, y así todo se encadena...
-Y en eso estamos...
-No, igual que no creo que la vida del neolítico fuera mejor que la del paleolítico, no parece comparable con la del siglo XXI. No tengo nostalgia de que se me murieran ocho de mis diez hijos antes de cumplir los cinco años. Al contrario, soy optimista, creo que tenemos una magnífica oportunidad ahora, porque aspiramos a la verdadera calidad de vida. Los fuertes sobreviven en todas partes. Para mí el desarrollo de una cultura se mide en lo que hace con los débiles. O sea que podemos nacer, vivir con dignidad, tener las oportunidades y cosas necesarias para nuestro desarrollo personal, espiritual, cultural, sin perder de vista la posibilidad de disfrutar los bienes de la tierra, que incluyen los atardeceres y las estrellas... y luego morir, que es a lo que estamos abocados. Es una posibilidad que hoy tenemos, no hay que despreciarla.
-¿Cuándo aparecieron esas conquistas en la evolución?
-Ésa es la pregunta, amigo mío. Sabemos que en Atapuerca se alimentó a personas que no podían alimentarse solas. Yo, de joven, leía una revista francesa, que era lo que había entonces, que decía: «Cuándo el espíritu cayó sobre nosotros».
-Como si fuera un cubo de agua.
-Los franceses son pomposos, pero la pregunta permanece: ¿cuándo apareció la mente simbólica? Eso es, según pensamos, lo propio del género homo, y también sabemos que antes sólo hay esbozos. La gran aceleración se produce hace medio millón de años, allí sabemos que algo está pasando.
-En qué especie
-Era el Homo Heidelbergensis. Registra una gran expansión cerebral, y cambios en la tecnología y en el comportamiento, como demuestra la Sima de los huesos de Atapuerca. Incluso en la voz. En la Sima hay treinta y tantos ejemplares y podemos estudiar muchos de sus comportamientos. Ahí pasa algo gordo.
-Pero permanece un gran misterio: faltan cadáveres de niños y de ancianos en la Sima. Y son los que más mortalidad registraban. ¿Tiene una hipótesis?
-Sí, muchas, pero creo que es mejor el misterio, en este caso. Es un problema. Es uno de los más grandes problemas de la arqueología: qué hacían treinta cadáveres de hace medio millón de años en el pozo de una cueva cerca de Burgos, enterrados en un plazo no superior a dos o tres veranos. ¡Qué misterio!, ¿qué pasó allí? Hay hombres y algunas mujeres, pero no hay niños ni ancianos, no tiene las características de un cementerio.
-Tal vez aquellos ritos tengan que ver con la nostalgia del paraíso
-Como si viniésemos de un mundo ideal, que nunca aconteció. Esto nos ha pasado cada vez, durante cientos miles de años. Mirémonos, no hemos evolucionado para esto. Para las ciudades, para trabajar tanto y luego, encima, consumir nuestro ocio en un centro comercial. Escapamos a la sierra, a la playa, y es por algo. Esto no tiene precio, cuánto habría que pagar para que te pongan un espectáculo como una puesta de sol: coges un sol y lo metes por el horizonte, la producción es buena.
-En el libro también afirma que el cerebro es un devorador de historias. La del paleontólogo no es mala. Coge un fósil y de ahí surge..
-Como Sherlock Holmes. Nos pasa igual, el crimen ya había ocurrido cuando llegamos a la escena. Tenemos un método deductivo, por indicios. Todas son historias reales. Pero sí, el cerebro humano consume historias. Daríamos cualquier cosa. Nada más tener cubiertas las necesidades más básicas, daríamos cualquier cosa por una buena historia. No sólo lo daríamos: lo damos. El primer sector de la economía mundial es el ocio, y es por esto. Nuestros políticos, los españoles, aún creen que la economía son unas chimeneas que echan humo. Pero no, el primer sector de la economía es la industria del ocio, que son cerebros que echan humo.
-¿Se está poniendo pesimista?
-Soy optimista con el ser humano: «Alatriste» han ido a verla dos millones y medio de personas en un mes. En nuestro país hay hambre de buenas historias, como en la posguerra con la comida, ahora con la cultura.
-¿En el libro dice que sómos el único animal que sufre la adolescencia?
-Tenemos una especie de metamorfosis, casi como los insectos, por la que el niño se convertirse en adulto. Esos cambios tan brutales son únicos de nuestra especie. El cerebro se desarrolla rápidamente, pero hay que socializarlo, y mientras tanto el cuerpo permanece pequeño, por economía.
TEXTO: JESÚS GARCÍA CALERO FOTO: ERNESTO AGUDO

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