Dado el nivel tecnológico y simbólico que habían alcanzado, según los investigadores, este grupo podría ser parte de los primeros sapiens que luego originaron al hombre tal cual lo conocemos hoy.
Las herramientas líticas de aquellos sapiens eran complejos utensilios con filo, que podían ser utilizados como puntas de lanzas o dardos. También se descubrió que utilizaban un pigmento rojo, lo que para los investigadores sería una señal de comportamiento simbólico. Hasta ahora se pensaba que ambas características habían sido muy posteriores en nuestra evolución.
El equipo, dirigido por Curtis Marean, de la Universidad de Arizona, antes de acabar trabajando en la costa sudafricana, realizó un exhaustivo estudio del clima, las corrientes oceánicas y las condiciones geológicas para determinar cuál era el lugar más adecuado para iniciar la búsqueda de evidencias de humanos primitivos.
Fue así como llegaron a la cueva Pinnacle Point, cerca de la Bahía Mossel del país africano. "Era el sitio perfecto", ha señalado Marean, que contó con 2,5 millones para su proyecto, todo un hito financiero en el campo de la paleontología, gracia a una fundación privada.
Sus resultados, publicados en la revista Nature y conseguidos con las tecnologías más innovadoras de datación, han retrocedido la historia de la evolución de los primeros humanos al menos en 40 mil años, dado que la evidencia anterior de vida costera en África es de hace 125 mil.
Marean recuerda en su trabajo que durante millones de años los homínidos fueron recolectores y cazadores de especies terrestres. Su explicación de por qué comenzaron a interesarse por los crustáceos marinos está en el cambio del clima: en aquella época del Paleolítico prácticamente todo el continente africano era un desierto en el que resultaba muy difícil conseguir alimento, mientras que en hemisferio norte se vivían intensas glaciaciones.
Los utensilios que han localizado en la cueva también son más sofisticados de lo que se suponía para unos Homo sapiens primitivos: se trata de pequeñas láminas de menos de 10 milímetros de anchura y del tamaño de un dedo que podían ser la punta de un arma muy precisa.
El hecho de que comieran marisco significa que pudieron moverse siguiendo la línea de la costa africana a grandes distancias, un dato especialmente interesante para quienes estudian las migraciones hacia fuera de este continente y para los genetistas que buscan esas rutas en el ADN.
Los paleontólogos también están sorprendidos por su capacidad simbólica, una pista de que la posibilidad de comunicarse mediante un lenguaje pudo haber estado presente en aquella temprana época de la historia humana, con lo que ello supone de desarrollo cognoscitivo.
"En definitiva, creemos que en la orilla meridional más alejada de África hubo una población pequeña de humanos modernos que lucharon durante el periodo glacial y que podrían ser los progenitores de todos nosotros", aventura Marean en sus conclusiones.
Fuentes: El Mundo, LiveScience
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