El rol crítico que juega la lactancia materna en la supervivencia de un niño, podría haber llevado a que se esparciese una mutación que amplió los ductos mamarios, y modificó la forma de los dientes entre las poblaciones de los antiguos asiáticos que se transformarían en los primeros americanos durante la última edad de hielo, hace unos 20 mil años.
¿Qué tienen que ver la última Edad de Hielo, la forma de los dientes, y cómo amamantan los nativos americanos? Es uno de esos casos dignos del Investigador de Misterios Evolutivos. Un nuevo descubrimiento vincula los dientes en forma de pala de los nativos americanos con la forma de los ductos mamarios.
Según un nuevo estudio publicado en PNAS, la mutación genética en cuestión llevó a que las mamas tuviesen una mayor densidad de ramificaciones de los ductos mamarios, lo que a su vez aporta una mayor cantidad grasa y vitamina D a los infantes lactantes del lejano y helado norte de hace 20 mil años.
En el extremo norte los rayos ultravioletas son menores, nosotros dependemos de ellos para que nuestra piel los capte y nos ayuden sintetizar la vitamina D. Así es que esta mutación serviría de paliativo a la falta de vitamina D que aqueja a poblaciones que vivían en el extremo norte, una vitamina que es muy importante para fortalecer nuestro sistema inmunológico.
Un siberiano o un esquimal adulto, se vale de la grasa animal para conseguir la vitamina D que le falta por culpa de la escases de luz solar, pero los niños tienen que obtenerla de la leche materna, así que si esta viene con mayor cantidad de grasa, y con ella la vitamina D, mejor.
Mutaciones y dientes en forma de pala
Cuando hablamos de mutación genética, no pensemos en los famosos X-Men de las películas de superhéroes, sino que se trata simplemente de accidentes al azar que ocurren cuando se genera una copia del ADN. Esto ocurre cuando se crea el esperma o los óvulos.
Cuando estas mutaciones pueden llegar a aportar un beneficio para una persona es muy probable que se termine esparciendo por la población, cuando se van pasando los genes de padres a hijos. Esto es lo que se conoce como selección natural.
De ser así con esta mutación, sería una de las primeras evidencias de selección para el vínculo materno infantil. Esto demuestra lo vital que resulta para la supervivencia humana.
Ahora, ¿qué tiene que ver todo esto con los dientes? Los mismos genes que controlan el crecimiento de los ductos mamarios, también afectan la forma de los incisivos humanos. Esto es lo que se conoce como mutaciones que no tienen una función aparente, simplemente son el resultado de que la otra función haya resultado seleccionada.
A la vez que se esparció la mutación que aportaba el beneficio de una lactancia más eficiente, se vio afectada la forma de los dientes incisivos, y se volvieron más frecuentes. Hoy en día son muy comunes entre los nativos americanos, y las poblaciones del noreste de Asia, pero casi inexistentes en cualquier otra parte del mundo.
Casi el 100 por ciento de los nativos americanos conocidos por sus restos óseos, previo a la invasión europea de América, tenían este tipo de dientes. Por el lado de los asiáticos del este de la actualidad esta característica se da en el 40 por ciento de la población.
Muestra que muchas veces, características que no tienen una explicación aparente desde el punto de vista evolutivo, son el resultado de que están asociadas a otra característica que sí aportaba un beneficio.
Este descubrimiento también podría tener implicancias en comprender el origen del tejido denso en las mamas, y sobre su rol en el cáncer de mama.
Más información en inglés: https://www.sciencedaily.com/releases/2018/04/180423155057.htm
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