Una de las
características que nos definen como humanos es la capacidad para crear
tecnología, aptitud que se creía había surgido hace 2,6 millones de años en el
este de África, pero nuevas evidencias de hace 2,4 millones de años del norte
de África apuntan a que podría haber aparecido en varios lugares a la vez.
(Nota publicada originalmente como "Así nació la tecnología". Muy Interesante España. Abril 2019.)
¿Dónde nos hicimos humanos? ¿Dónde empezamos a ser el animal
tecnológico que somos hoy en día? Las ideas sobre los orígenes de nuestro
género humano han pasado por muchas formulaciones y reformulaciones desde que
Charles Darwin propuso al África como la cuna del linaje humano allá por 1871,
en su libro El origen del hombre.
“El origen de nuestra capacidad tecnológica, esto es, de
hacer y utilizar herramientas pudo haber surgido en varios sitios a la vez”, opinó
la paleoantropóloga María Martinón-Torres, directora del Centro Nacional de
Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).
“Hasta ahora”, continuó
Martinón-Torres, “la evidencia más antigua de posibles utensilios estaba en el
este de África, en Gona (Etiopía), con 2.6 millones de años. En realidad, el
este de África ha sido siempre el lugar predilecto para buscar y encontrar las
primeras evidencias de lo que nos suele caracterizar como humanos, los primeros
homínidos, las primeras huellas de locomoción bípeda, las primeras
herramientas. El hecho de que ahora encontremos en el norte de África
herramientas casi tan antiguas como las del este de África significa que o hubo
una dispersión muy rápida de estas dentro del continente africano, o que hay
varios puntos de origen”.
iPiedra 1.0
Recientemente se dio a conocer el descubrimiento de
herramientas de piedra con 2.4 millones de años de antigüedad en el yacimiento
arqueológico de Ain Boucherit, en el noreste de Argelia. Esto solo ya sería
indicador de que nuestros antepasados de aquellos tiempos estaban utilizando
herramientas, pero el descubrimiento llegó acompañado de evidencias sobre las
prácticas culinarias de estos homínidos.
Las herramientas líticas descubiertas en Argelia pueden
contarnos mucho sobre el estilo de vida que tenían nuestros antepasados de hace
más de 2 millones de años. En este caso, se trata de una tecnología llamada
olduvayense, nombre que recibe por la Garganta de Olduvai, Etiopía, donde
fueron descubiertas por primera vez en los años 1970s por la paleoantropóloga
Mary Leakey.
Llamar tecnología a esas piedras que para el común de la
gente pasarían inadvertidas en la orilla de un río, pareciese mucho. Pero lo
cierto es que no se trata únicamente de un animal valiéndose de algún objeto
para realizar una tarea, es decir una herramienta, sino que estos homínidos las
creaban. Generaban una idea en su mente de lo que querían obtener, trabajaban
para lograr crear esa herramienta que idearon, y pasaban ese conocimiento de
generación en generación: tecnología.
“Utilizaban los filosos bordes de las herramientas líticas
como cuchillas”, contó a Muy Interesante
Mohamed Sahnouni, autor principal del estudio publicado en Science en noviembre de 2018. “Si bien no está claro si eran o no
cazadores, la evidencia sí es clara en mostrar que competían con éxito con
otros carnívoros por la carne, y disfrutaban de un primer acceso a los restos
de animales”.
Al estudiar los huesos de cebras y antílopes fósiles
asociados a las herramientas de Ain Boucherit, los científicos pueden detectar marcas
que por comparación les permite asociar a dientes de animales, o a herramientas
filosas. Por la forma de los cortes, también pueden saber si fueron para cortar
la carne, o simplemente para escarbar los restos que dejaron los carnívoros.
Sahnouni y colegas pudieron determinar que no llegaban a los
huesos luego de que algún otro animal se hubiese dado un festín, sino que ellos
eran los primeros. Pero hasta la fecha no hay evidencias directas de que
nuestros antepasados de hace más de 2 millones de años fuesen cazadores, por lo
que la creencia más generalizada entre los expertos es que se trataba de
carnívoros ocasionales, pero carroñeros.
Este descubrimiento podría abogar a favor de los que creían
que los primeros humanos se valían de técnicas de caza que no involucraban objetos
arrojadizos como la lanza, o el arco y flecha, que fueron inventados hace 300
mil años y 50 mil, respectivamente (ver apartado).
Cortando, moliendo y
masticando
Pero no alcanzaba con cazar, la carne debe ser procesada
para que sea realmente nutritiva y una forma eficiente de alimentarse. Los
chimpancés, por ejemplo, también cazan eventualmente, pero luego pasan horas y
horas masticando la carne cruda. Es que sus dientes son planos, están
preparados para masticar vegetales, para molerlos. No son filosos como los de
un león, por ejemplo.
La solución que descubrieron los homínidos que habitaban
África hace más de 2 millones de años fue la tecnología simple. Si bien
masticar carne cruda es muy difícil con nuestros dientes sin filo, se vuelve
una tarea sencilla si primero es cortada en trocitos. Algo que también ayuda a
la digestión, piensen que por aquellos tiempos no se utilizaba el fuego, que se
cree que apenas se empezó a utilizar de forma habitual hace unos 500 mil años
El poder valerse de herramientas para procesar los
alimentos, no sólo resulta útil con la carne, sino también con los vegetales,
que al cortarlos o molerlos se vuelve más sencillo masticarlos y digerirlos. Así
con una menor cantidad de alimentos se consiguen más calorías, más nutrientes,
todo en menos tiempo.
Pensemos que nuestros parientes primates, que son
principalmente vegetarianos, pasan gran parte de su día masticando los
alimentos, y el resto del tiempo digiriéndolos. Una cena familiar puede llegar
a llevarnos más de una hora, pero es más por la charla que por otra cosa, el
tiempo real que pasamos masticando son apenas minutos, la envidia de un
chimpancé que pasa horas y horas masticando.
Si bien, no es que fuese una panacea para aquellos
homínidos, ya que probablemente tuviesen que caminar más de 6 kilómetros por
día para recolectar los vegetales que cubrían más del 70 por ciento de su
dienta, mientras que seguramente debían recorrer más del doble para poder
conseguir ese otro 30 por ciento que podía llegar a formar la carne.
Pero sabemos que hace 2 millones de años los Homo erectus de la actual Olduvai,
Tanzania, ya eran omnívoros, que podían y debían comer una gran cantidad de
alimentos. Eran dependientes de la carne, de sus nutrientes, ya no era una
opción, sino una necesidad. Esto se pudo saber gracias al descubrimiento del
paleoantropólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, de la Universidad Complutense de
Madrid, que en 2013 encontró el cráneo fósil de un niño con el hueso poroso,
característico de la anemia por insuficiencia de vitamina B12 y B6, resultante
de no comer suficiente carne.
¿Quiénes fueron los
primeros?
Pero, estamos frente a un problema cuando queremos asociar a
esas herramientas más antiguas con algún antepasado en especial. Es difícil
decir quiénes fueron sus autores por la simple razón de que eran varias las
especies homínidas que vivían en África entre 3 y 2 millones de años atrás,
pertenecientes al género Australopithecus,
y al nuestro propio: Homo.
Allá por los años 60 y 70 del siglo XX, la famosa pareja de
paleoantropólogos Louis y Mary Leakey, asociaron las herramientas que
descubrieron en la garganta de Olduvai con una de las especies homínidas que se
encontraron en la región, a la que dieron en llamar humano habilidoso, o como
se lo conoce en los círculos formales: Homo
habilis.
“La pregunta más importante”, dijo Mohamed Sahnouni a Muy, “es ¿quién hizo las herramientas
descubiertas en el norte de África? Actualmente, ningún resto de homínido fue
descubierto en esta región que sea contemporáneo con las herramientas; e
incluso en el este de África tampoco se han documentado homínidos en asociación
directa con las herramientas más antiguas conocidas”.
“Sin embargo”, continuó Sahnouni, “un descubrimiento
reciente en Etiopía ha demostrado la presencia de una especie antigua de Homo datada en 2.8 millones de
antigüedad, que podría ser el candidato más indicado para las herramientas
tanto del este como del norte de África”.
Se trata de una mandíbula fósil descubierta en Ledi Gerraru,
Etiopía, que por ahora no ha podido identificarse con ninguna especie humana
conocida, pero pertenece sin dudas al género Homo.
Pero en 2015 se dieron a conocer herramientas líticas mucho
más antiguas, de hace 3.3 millones de años, descubiertas cerca del Lago
Turkana, Kenia, en un yacimiento llamado Lomekwi. Esto no sólo plantea un
problema con respecto a cuándo se comenzó a crear tecnología, sino a quién
comenzó a crearla, ya que no existe ninguna especie humana tan antigua, sólo Australopithecus. Igualmente, el fechado
de estas herramientas no fue aceptado por toda la comunidad científica, razón
por la cual no se lo está tomando en cuenta a la hora de crear el relato de la
evolución humana.
“Para el origen de nuestra especie, Homo sapiens, el mayor peso sigue siendo el africano”, dijo María
Martinón-Torres, “pero eso no quita que hayan ocurrido episodios importantes en
Asia, como por ejemplo la hibridación con otros homininos, como neandertales y
denisovanos. En cuanto al origen de los primeros homininos, las evidencias más
antiguas de bipedestación, o la capacidad tecnológica, África sigue teniendo
los hallazgos más antiguos, pero también es cierto que, cuanto más se investiga,
las fechas de aparición de estos hitos, en Asia, es cada vez más temprana”.
¿Dónde fue el primer
lugar?
Darwin fue quien arrojó sobre el tablero la necesidad de
pensar en cómo fue la evolución del hombre, tras la publicación de su famoso
libro El origen de las especies, en 1859. Y sugirió décadas después que lo más
probable fuese que nuestros inicios estuviesen en África. Así lo pensaba por
nuestra relación con los simios que allí vivían.
“Este descubrimiento nos dice que nuestros ancestros se
aventuraron a todos los rincones de África, no sólo en el este”, dijo Mohamed
Sahnouni. “La evidencia de Argelia ha cambiado la visión que otorgaba a África
del este el título de cuna de la humanidad. En realidad, toda África fue la
cuna de la humanidad”.
“Esto nos muestra”, continuó Sahnouni, “que los homínidos
fabricaban herramientas de piedra en el norte de África casi al mismo tiempo
que las herramientas más antiguas conocidas, que son las del este del
continente y datadas en 2.6 millones de años”.
Se trata de las descubiertas en la región de Afar, Etiopía,
en los yacimientos de Gona y Hadar. A las que se suman las de la garganta de
Olduvai, Tanzania, con una antigüedad de 1.8 millones de años; y de Lokalalei,
en Kenia, de 2.3 millones de años.
Pero Asia mira de cerca todo esto. “Las primeras evidencias
de herramientas de Asia”, nos contó María Martinón-Torres, “tienen unos 2
millones de años. Son al menos medio millón de años más recientes que las
de Ain Boucherit. Quizá lo interesante también es que mientras que sabemos
que los homininos de Dmanisi, también en Asia (Georgia), con 1.8 millones de
años, pertenecían al género Homo,
y los que hicieron las herramientas de China probablemente también, por la
edad, en Ain Boucherit, norte de África, nos queda aún la duda si el autor fue
un representante del género Homo o
del genero Australopithecus”.
Cómo ser un Olduvayense
Mirando las herramientas de Ain Boucherit, al típico
citadino jamás se le cruzaría por la cabeza en pensar en tecnología, o en filos
capaces de cortar un filete. Nosotros pensaríamos más en un cuchillo de acero
inoxidable cuyo filo dura para toda la vida, si lo cuidamos bien. Pero pensemos
más en esos nuevos cuchillos de cerámica, con filos excelentes, pero muy
frágiles. Así eran las herramientas de piedra de nuestros antepasados de hace
más de 2 millones de años.
Se trataba de guijarros, cantos rodados o rocas volcánicas
que conseguían a orillas de los ríos, a los que se les daba unos pocos golpes
para desprender trozos, a los que se llama lascas. Tanto el núcleo original,
como las lascas se utilizaban para cortar. Pero claro, si bien ambos tenían muy
buenos filos, se rompían fácilmente, por lo que debían hacer nuevas
herramientas bastante seguido.
Fue el arqueólogo Nicholas Toth, a través de la
experimentación, quien descubrió que no sólo servían los núcleos, que tienen
forma de hacha, sino también las lascas. Las pequeñas se utilizaban para sacar despellejar,
para cortar la carne en trozos, y las más grandes para desmembrar y para romper
el hueso, ya que dentro de los huesos grandes se encuentra la rica médula ósea
o tuétano (rica en calorías).
Cazando por cansancio
Si las lanzas recién aparecieron hace unos 300 mil años, y
el arco y la flecha hace unos 50 mil años. ¿Cómo es que cazaban nuestros
antepasados de hace 2 millones de años? La respuesta se relaciona con el
descubrimiento de que nuestro género humano habría evolucionado con la
adaptación de poder correr durante kilómetros sin que su cuerpo se recaliente.
Algo que ningún animal puede hacer sin al menos tener que detenerse a
descansar.
Cabría pensar que para sobrevivir en la sabana africana lo
ideal sería poder correr lo más rápido posible, a fin de escapar de posibles
cazadores, o para atrapar a las presas. Nuestro género humano fue por otro
lado, la evolución lo adaptó a poder correr a un paso modesto, pero durante
horas.
¿Y esto para qué sirve? La respuesta viene de los Kung, del
desierto del Kalahari, en el sur de África. Estos cazadores recolectores, lo
que hacen es elegir una presa y perseguirla sin parar. Los antílopes corren
mucho más rápido que ellos, pero los kung siguen el rastro a paso constante
durante horas.
Nuestro cuerpo evolucionó para poder transpirar por toda la
piel, y así regular la temperatura corporal. Otros animales no pueden hacerlo,
sólo transpiran por la boca, y para hacerlo deben jadear, o sea, dejar de
respirar. Y si no hay aire, no hay carrera posible.
Así es que los kung cansan a sus presas hasta el borde de la
muerte, ya que en los mamíferos superar la temperatura corporal durante mucho
tiempo es letal, como cualquiera que ha pasado una fiebre de 40º sabe.
-->
Comentarios