El Hombre de Pekín, un espécimen de Homo erectus, desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. Por suerte Franz Weidenreich había realizado moldes del cráneo unos años después de su descubrimiento. Pero según un diario chino no estaría perdido para siempre.
Un supervisor de construcción de unas barracas abandonadas del ejército estadounidense en Tianjin descubrió en 1982 una extraña caja de cemento en el sótano de la antigua barraca. Este hombre, llamado Yang Shoukai, intentó desenterrarla, pero carecía de las herramientas apropiadas, y entonces la caja fue enterrada bajo un nuevo laboratorio médico.
Yang ahora está retirado, y está convencido de que esa caja contenía el cráneo de 500 mil años de antigüedad del Hombre de Pekín, descubierto en 1929.
Al parecer ahora el gobierno comenzará una búsqueda generalizada del cráneo, esperemos que lo encuentren. Ya en 1972 un magnate estadounidense había ofrecido una recompensa de cincoo mil dólares a quien diera información. Existen diversas conjeturas sobre qué ocurrió realmente con los huesos, incluyendo la teoría de que se hundieron en el barco japonés Awa Maru.
El principal problema fue que en julio de 1937 los japoneses ocuparon Pekín, entonces se detuvieron las excavaciones en Zhoukoudian. Los fósiles fueron puestos a salvo en el Laboratorio del Cenozoico de la Facultad de Medicina, y en noviembre de 1941, el secretario Hu Chengzi los envió a Estados Unidos para protegerlos hasta el final de la guerra. Pero en el camino hasta la ciudad portuaria de Qinghuangdao, desaparecieron, supuestamente a manos de un grupo de marines que los japoneses habían capturado al comienzo de la guerra con Estados Unidos.
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