Hoy en esta mañana de domingo les traigo un cuento, es un relato de Stanislaw Lem, autor polaco que es un grande de la literatura, sin duda. Tiene una colección de cuentos tipo parodia, que se llaman Diarios de las estrellas. Viajes. En el segundo cuento, llamado “Viaje octavo”, el protagonista, un humano, debe viajar a una reunión de la Asamblea Planetaria, en la que se va a proponer a la Tierra como integrante de la Organización de Planetas Unidos.
El problema es que no nos quieren allí, ya que somos una especie destructiva, dicen. Pero lo más interesante para nosotros es el papel que le dan allí al Hombre de Neandertal, que se los voy a citar textualmente, aquí un representante de otra especie se opone a nuestra candidatura, y luego de tratarnos de especie inferior y dañina dice:
“Entre sus antepasados, uno parecía presagiar ciertas esperanzas. Era la especie Homo neanderthalensis. Vale la pena interesarse por él. Parecido al hombre contemporáneo nuestro, tenía mayor capacidad craneana que él y, por tanto, era mayor su cerebro, o sea, su razón. Buscador de setas, propenso a la meditación, amante de las artes, manso, flemático, hubiera merecido sin duda que hoy se estudiara en esta Alta Organización su admisión como miembro. Desafortunadamente, no existe entre los vivos. ¿Podría decirnos el delegado de la Tierra que hoy tenemos el honor de tener entre nosotros, cuál fue la suerte del hombre de Neanderthal, tan culto y simpático? Puesto que guarda silencio, yo contestaré por él: fue aniquilado hasta el último vestigio, borrado de la superficie de la Tierra, por el llamado Homo sapiens. Pero no bastó con el horrendo fratricidio: los sabios terrestres procedieron a calumniar a su víctima, atribuyéndose a sí mismos, y no a ella, la mayor capacidad, la razón superior.”
El cuento es sencillamente imperdible, muy bueno, risible cómo nos hace quedar, con comentarios simples, y divertidos.
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