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Agilidad de los primates fósiles estudiando el oído interno

Dentro del cráneo, más exactamente en el hueso temporal, tenemos un laberinto óseo que es parte del oído interno que está formado por la cóclea, encargada de transformar las vibraciones que recibe el oído en mensajes enviados al cerebro, y por los canales semicirculares que se encargan de captar el movimiento de la cabeza, y la sincronización con la vista. Esta parte de nuestra anatomía está muy relacionada con la agilidad, pero no sólo en nosotros, sino también en todos los demás primates, y en los mamíferos en general. Un nuevo estudio ha analizado este laberinto en cráneos fósiles de primates para conocer cómo caminaban y cómo era la agilidad de nuestros ancestros de hace millones de años.

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El estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, consistió en tomografías computadas de los cráneos fósiles de primates de diversas regiones y épocas para poder conocer cómo se movian. En casi todos los casos el laberinto óseo del oído interno estaba bien preservado, y protegido, al estar dentro de una zona densa del cráneo. Este estudio lo que buscaba era poder conocer la forma en que se movían primates fósiles de los cuales no se han recuperado partes de las piernas, las que generalmente se utilizan para saber cómo caminaban las especies extinguidas. Al comparar los canales auditivos de estos fósiles con los de especies de la actualidad, los investigadores pudieron determinar si se movían con agilidad, como los monos o lemures, saltan o balanceándose como los gibones, o si eran más lentos como los gorilas o babuinos.

Esto pueden saberlo por el tamaño de los tres canales semicirculares del oído interno, muy relacionados con al sensibilidad y la agilidad. También existe una relación entre el tamaño de esos canales y el tamaño del cuerpo del animal. Gracias a esto, con tan sólo un fragmento fósil de un cráneo de primate que incluya el oído interno, se puede entonces saber mucho más de lo que antes podía deducirse.

Así descubrieron que los primeros antropoides, que son los ancestros tanto de los chimpancés, gorilas, gibones, orangutanes y humanos, eran más lentos en sus movimientos de lo que se pensaba. Pero acercándonos al ancestro común entre los primates de América y los de Europa, África y Asia, ya tenía una agilidad muy similar a la del actual macaco es decir una agilidad media.

Fuente: ScienceDaily

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