Según un nuevo estudio, el cráneo de los Australopithecus africanus estaba preparado para soportar cargas pesadas con los premolares, o sea que la musculatura de la mandíbula y del cráneo, le dieron la forma a este último por la fuerza que hacían al morder alimentos protegidos, o sea con cáscara dura, como por ejemplo nueces grandes o semillas.
Un equipo de científicos de diversos países y universidades realizaron un estudio completo de la morfología del cráneo de los A. africanus. Su idea era testear una hipótesis sobre la cual se venía trabajando desde hace muchos años para explicar la forma del cráneo de estos australopitecos que vivieron entre 2 y 3 millones de años atrás.
Se creía que la forma craneal de los australopitecos era una adaptación a comer ya fuese pequeños y duros alimentos o grandes volúmenes de comida. Se creía que la carga aplicada a los premolares durante la masticación tuvo una influencia profunda en la evolución de de la forma del cráneo y del rostro australopitecino.
Pero los autores del nuevo estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States, pusieron a prueba esa hipótesis utilizando “elementos de análisis en conjunción con métodos experimentales, de representación de imágenes y comparativos”.
“Descubrimos que el esqueleto facial de la especie tipo, A. africanus, está preparada para soportar cargas en los premolares”, dicen los autores en el artículo. “Sin embargo, sugerimos que la masticación de pequeños objetos o grandes volúmenes de comida es proco probable para explicar por completo la evolución de la forma facial de esta especie. En vez, los aspectos clave de la morfología craneofacial de los australopitecos es más factible que se relacione con la ingestión y la preparación inicial de alimentos protegidos y grandes como nueces de gran tamaño y semillas”.
Estos alimentos habría ampliado la dieta de estos homínidos, posiblemente siendo recursos críticos en los que recaían durante los períodos en que su dieta preferida era escasa. Los autores creen que podrían ser una adaptación a climas cambiantes e inestables.
“La habilidad de comer alimentos que eran difíciles de procesar podría haber sido una adaptación ecológica significativa”, dice David Strait, autor principal del estudio. “Supón que eres un animal que sólo come frutas blandas. Cuando esas frutas desaparecen, te quedan pocas opciones: moverte a otro hábitat diferente, morir, o comer algo diferente. Romper nueces les dio a estos primitivos humanos la habilidad de cambiar su dieta cuando los tiempos se ponían duros”.
Referencias
-“The feeding biomechanics and dietary ecology of Australopithecus africanus,” appears in the February 2009 issue of Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States (PNAS).
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