Este descubrimiento abogaría en favor de la teoría de sus descubridores, que dicen que el Hobbit deriva de los H. erectus y no como sus contrarios que opinan que se trata de un H. sapiens con microcefalia (ver resumen de polémica).
Un equipo liderado por la antropóloga Susan G. Larson, publicó un artículo en el Journal of Human Evolution en el que dicen que el hombro del LB1, único espécimen de hobbit casi completo, no habría funcionado como el de un humano moderno. Nosotros podemos mover los hombros lateralmente, pero un estudio detallado del hombro del LB1 indica que estaba más adaptado a movimientos frontales que laterales.
“Creemos”, dicen los autores, “que Homo floresiensis probablemente no tenía una configuración del hombro de humano moderno: la clavícula era relativamente corta, y la escápula más prolongada”. Esto, dicen, hace que los movimientos permitidos sean más anteriores que laterales.
Según los científicos esta configuración del hombro sería más parecida a la del Homo erectus, una configuración que luego fue cambiando hasta convertirse en la del Homo sapiens, pero al parecer en el Homo floresiensis no había cambiado del todo. Los autores compara el hombro del hobbit con el del niño de Nariokotome (KNM-WT 15000), un H. erectus, para demostrar que la del H. floresiensis es un hombro en estadio transicional.
“Sea la que sea la ubicación taxonómica que se le de al los homininos de Liang Bua, su morfología única sugiere una diversidad nunca vista en la familia humana”, concluyen los autores. “En lo que respecta a este estudio, si bien LB1 y el esqueleto de Nariokotome difieren en muchas formas y son de un lugar y tiempo muy diferentes, son similarmente distintivos al mostrar una clavícula relativamente corta y una torsión humeral baja. Creemos que estas no son similitudes casuales, sino parte de un complejo funcional previamente no reconocido que caracterizó a los más recientes H. erectus y fue mantenido por el H. folresiensis”.
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