En otro artículo contamos la historia de los primeros descubrimientos de fósiles neandertales, hoy les contaré la historia de quién y cómo le dio nombre a la especie Homo neanderthalensis.
Thomas Huxley, gran defensor de Darwin y la teoría de la evolución, también defendió a los neandertales como humanos, salvajes y más cercanos nuestros ancestro primates, pero un humano al fin. Así no sólo unió a los neandertales con los primates, sino a nosotros mismos como primates. Eso fue en 1864, y lo hizo frente a un número de expertos, entre ellos William King.
King era un profesor de mineralogía y geología del Queen’s College en Galway, Irlanda. Había sido discípulo del famoso Charles Lyell, uno de los principales defensores del gradualismo geológico. Fu curador del museo Hancock en Newcastle-upon-Tyne, y era dueño de una librería.
Fue King quien dató los sedimentos de la cueva Fedhofer, (cuna del “primer” fósil neandertal) y los fechó en 30 mil años de antigüedad.
En 1863, durante una reunión de la British Association, King argumentó que los restos fósiles neandertales representaban una nueva especie humana, diferente de la nuestra por ende, y la llamó Homo neanderthalensis.
Este hecho hoy en día puede resultar extraño para los biólogos, ya que hace falta mucho más para nombrar una nueva especie, no sólo un paper leído en una reunión. Pero en aquellos tiempos alcanzó.
En resumen, King sostenía que representaba una nueva especie porque los restos del Neandertal 1, tenían una anatomía que sugería que ese ser fósil tenía una experiencia moral oscura.
Ese paper luego fue publicado en enero de 1864, y es muy interesante la forma en que King lo cierra:
“Las facultades distintivas del Hombre son visiblemente expresadas en su elevado domo craneal, una característica que, aunque muy degradada en ciertas razas salvajes, esencialmente caracteriza a las especies humanas. Pero, considerando que el cráneo Neanderthal es eminentemente simiesco, tanto en sus características generales y particulares, yo mismo me siento obligado a creer que los pensamientos y deseos que algunas vez moraron dentro de él, nunca se elevaron más que los de un bruto. Los Andamaneses, es indisputable, poseen la más vaga concepción de la existencia del Creador del Universo: sus ideas sobre este tema, y sobre nuestras propias obligaciones morales, lo ubican muy poco arriba de los animales de marcada sagacidad*; pero visto en conexión con la conformación estrictamente humana de su cráneo, son suficientes para identificarlo específicamente con Homo sapiens. Donaciones físicas de un grado menor que esas que aquellas que caracterizan a los Andamaneses no se puede concebir que existan: se mantienen junto a los brutos ignorantes.”
Y no puedo dejar de citar el apartado que King hizo en ese asterisco del texto:
“Un paper defendiendo las posturas contenidas en este artículo fue leído en la última reunión de la British Asociation, celebrada en Newcastle-upon-Tyne. En ese paper yo he llamado al fósil con el nombre Homo Neanderthalensis [sic]; pero ahora me siento fuertemente inclinado a creer que no sólo es específicamente sino genéricamente distinto del Hombre”.
Lo gracioso es que el nombre elegido por King quedó, pero su explicación de por qué era una especie diferente no tenía ni asidero, y el mismo King no volvió a hablar más del tema. Pero su nombre quedó allí vinculado con la historia del Hombre de Neandertal.
Fuente: The Neandertals, de Erik Trinkaus y Pat Shipman
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