Recientemente me llegó el comentario sobre un libro llamado Big Brain (2008) escrito por Gary Lynch y Richard Granger, allí hablan de “El Hombre de Boskops”, un homínido fósil que habría tenido el cerebro más grande que el del humano actual, y habría sido más inteligente. Pero veamos en los datos vetustos en que se basan los autores.
Ambos autores del libro son expertos en neurología, con muchas publicaciones sobre memoria, organización cortical, actividad cerebral, etc. Pero no son ni antropólogos ni arqueólogos, ni han realizado ningún tipo de investigación en relación a estas ciencias.
Esta es la descripción del libro:
“Hace apenas 10 mil años, apenas un parpadeo en tiempos evolutivos, criaturas humanoides llamadas Boskops florecieron en Sudáfrica. Poseían características extraordinarias: cerebros un 50% más grandes que los nuestros, y un coeficiente intelectual que hacía juego, superando por mucho al nuestro. Muchos de estos inmensos cráneos fósiles han sido descubiertos a lo largo del siglo pasado, pero la mayoría de nosotros no ha escuchado sobre esta maravilla científica”.
Y sigue diciendo que los autores han comparado estos cerebros con el nuestro actual, y luego siguen hablando sobre inteligencia, memoria, creatividad, etc, o sea más el campo de los autores.
Para un lector habitual de Mundo Neandertal no creo que haga falta decir que estos hombres no saben nada de fósiles, han confundido por completo la biología evolutiva, y lo que han inferido no son más que ideas locas. Es como decir también que los neandertales eran mucho más inteligentes que el hombre actual y tenían más coeficiente intelectual, ya que tenían un cerebro bastante mas grande que el de ustedes lectores y que el mío.
Pero veamos un poco la historia de los Boskops para aclarar el panorama. A los autores les habría bastado una simple búsqueda en Google Scholar con el término boskop para ver que se habló de estos fósiles, y mucho, pero allá por 1915 a 1930. Así que la razón de que no hayamos escuchado sobre ellos desde aquella época, no es una conspiración científica para ocultar una raza inteligente, sino que es una discusión obsoleta desde hace al menos 50 años.
Esta supuesta “raza Boskop” fue nombrada así por un fósil descubierto en Sudáfrica en una granja de Transvaal en 1913. Eran trozos de un cráneo, la parte frontal, los huesos parietales y un trozo de mandíbula inferior. Eran huesos muy gruesos, lo que hizo exagerar el tamaño del cerebro al medirlo por el tamaño exterior del cráneo, y no por la huella interior del mismo.
Por aquellos tiempos estimaban que el tamaño cerebral podría ir de 1700 cc a 2000 cc, pero como ya se dijo, es un cráneo muy fragmentado. El cerebro del hombre actual, para que se hagan una idea, varía entre 1130 a 1260 cc. Pero los sapiens de hace unos 50 mil años tenían un promedio de 1487 cc. y los neandertales un promedio de 1412 cc. Sí, nuestro cerebro se fue achicando, pero no nuestra inteligencia.
El famoso fósil fue dado a conocer por el naturalista Frederick William FitzSimons en 1913, en Boskop, cerca de Potchefstroom. Él mismo lo dio a conocer en la revista Nature en 1915. Diez años después, el paleontólogo sudafricano Robert Broom se ocupó de él también en un artículo de Nature. Entre medio hasta el famoso Raymond Dart escribió sobre el cráneo de Boskop también en Nature.
FitzSimos iguala al hombre de Boskop con los neandertales por el grosor de los trozos de cráneo, y los igualaba en antigüedad también. Cuenta que fue descubierto por un granjero llamado J. L. Groenewald que se los llevó a él para que le dijese si eran humanos o no.
Pero Broom cuenta en su artículo que luego fue comparado con el hombre de Cromagnon, pero él mismo pudo examinarlo y quedó impresionado por el tamaño cerebral y por el grosor de los huesos (15 mm en partes). También describe la mandíbula, y termine concluyendo que se trata de una nueva especie que el nombra Homo capensis.
Pero por aquellos tiempos no se preocupaban por los mismos detalles que hoy en día para clasificar una especie. Se basaban en razas, como negroide, bosquimano, hotetote, y con esas “razas” contemporáneas a ellos compararon a este hallazgo. No con lo que hoy conocemos como culturas líticas prehistóricas de la región.
Pero ya para 1958 el arqueólogo Ronald Singer escribió un artículo en el cual analizaba el problema de la “raza Boskop”. Concluye que no existe razón alguna para mantener que existió un grupo de cabezas grandes en la prehistoria.
Lo que ocurrió es que un pequeño grupo de cráneos grandes fueron tomados de una muestra mucho mayor de cráneos variados en tamaño, y a esos grandes se les dio el nombre de boskopoides.
Así se hizo en aquellos primeros años de la paleoantropología, sin prestar atención a si estaban asociados a alguna cultura lítica o a algún contexto arqueológico. Por aquellos tiempos ni siquiera se preocupaban por analizar el contexto donde el fósil había sido descubierto.
Si se descubría algún cráneo antiguo y grande, era un Boskop, así de simple. Luego llegó la arqueología más profesional, más sistemática, más asociativa, y así se dieron cuenta que la “raza Boskop”, no era más que imaginaciones de antropólogos.
Hoy se conoce a toda esa muestra de fósiles como parte de una variada muestra de Homo sapiens de hace unos 20 mil años, de lo que se conoce como culturas Edad de Piedra Intermedia (MSA) a LSA, Edad de Piedra Tardía.
Y ya se tienen pruebas de sobra de que el famoso primer cráneo de Boskop, no era más que un ancestro, entre otros, de los pueblos actuales africanos. O sea que no desapareció esa famosa raza Boskop, sino que evolucionó a los humanos que se convirtieron en los pueblos Khoikhoi y San.
Sus cerebros eran normales para la época, el Boskop original es un cráneo grande, pero es normal para aquellos tiempos prehistóricos, cuando podían variar entre 1350 cc y 1600 cc. Igual que los europeos del Paleolítico superior.
En los últimos 10 mil años el cerebro que ha reducido entre nosotros los sapiens. No quiere decir esto que nuestros ancestros fuesen más inteligentes que nosotros, sino que seguramente ese tamaño cerebral se debía a un asunto de eficiencia energética, ya que los cerebros consumen mucha energía. También e debe al desarrollo, lleva mucho madurar un cerebro. Y a la dieta, el cerebro requiere de proteínas y grasas. Todo esto se redujo en los últimos 10 mil años, y por ende el tamaño de nuestro cerebro.
Los autores del loco libro sobre los super inteligentes prehistóricos Boskop, se han valido de ensayos anteriores a 1958, y no tienen la más mínima noción de paleoantropología. Ya que el coeficiente intelectual no se puede medir a partir de un cráneo fósil. A no ser que puedan hacer que un montón de huesos complete un examen de inteligencia.
Como se dijo antes, estos neurólogos sólo tenían que buscar en Google y se habrían dado cuenta que la raza Boskop es un tema obsoleto en ciencia desde hace 50 años.
Fuente principal: The "amazing" Boskops del paleoantropólogo John Hawks.
Referencias
FitzSimons FW (1915).Palaeolithic man in South Africa. Nature, 95: 615–616.
Broom R. 1918. The evidence afforded by the Boskop skull of a new species of primitive man (Homo capensis). Anthropol Pap Am Mus Nat Hist 23 (2):63-79.
Brothwell DR. 1963. Evidence of early population change in central and southern Africa: Doubts and problems. Man 63:101-104.
Dart R. 1923. Boskop remains from the south-east African coast. Nature 112:623-625.
Henneberg M, Steyn M. 1993. Trends in cranial capacity and cranial index in Subsaharan Africa during the Holocene. Am J Hum Biol 5:473-479.
Singer R. The Boskop "race" problem. Man 58:173-178.
Comentarios
Las gentes paleoíticas en cualquier caso tenían que hacer frente a desafíos conceptuales generalmente mucho mayores que lo que el típico currela o funcionari* de hoy en día necesita, por lo tanto para la mayoría tener tanta inteligencia no es realmente necesario, con algo de memoria para probar exámenes ya vale.