Richard Wrangham viene estudiando a los chimpancés de Uganda durante 20 años, y al analizar su dieta a fondo llegó a la conclusión de que ningún ser humano podría sobrevivir a semejante dieta. Ya que nos dejaría mal gusto, y nuestras mandíbulas son débiles para los frutos que ellos comen, nuestros dientes pequeños, y no podríamos procesar suficientes calorías de esos frutos para poder soportar nuestros cuerpos, y en especial nuestro gran cerebro.
Wrangham entonces comenzó a estudiar cuan grande sería la diferencia de la comida cocinada. Como sabemos la comida cocida es más fácil de digerir, se puede consumir más rápido y nos insume menos gasto de energía.
Nuestros intestinos son pequeños en comparación con los de un chimpancé, Wrangham cree que cuando comenzamos a consumir comidas cocidas nuestro intestino se fue achicando, y la energía destinada a semejante órgano se fue destinando a otros, y podría haber sido la chispa que nos llevó a un cerebro más grande, y a un cuerpo más grande también.
El uso del fuego controlado está datado en no más de 500 mil años en el registro arqueológico. La teoría de Wrangham requiere que su utilización para cocinar sea muchísimo antes en la evolución de los homínidos.
Según Wrangham el gran paso lo dio el Homo erectus, hace entre 1.6 y 1.9 millones de años, ya que en esta especie es en la que se evidencia un gran cambio en cuanto al tamaño del cerebro, y una reducción en el tamaño de los dientes.
Pero la mayoría de los paleoantropólogos creen que el desarrollo cerebral y la disminución del tamaño de los dientes no se debe a la comida cocinada, sino al aumento de productos animales ricos en energía, eso debido a la caza y al carroñeo.
Entonces Wrangham investigó entre grupos modernos de cazadores recolectores de todo el mundo y descubrió que ninguno comía toda su comida cruda. Las frutas y tubérculos crudos no proveen suficientes calorías para nuestro cuerpo.
Wrangham y colegas calcularon que el Homo erectus debe haber necesitado unos
Si la comida estuviese cocida les ahorraría mucho tiempo de masticado, ya que sería más sencillo de masticar, de digerir y deberían conseguir menos alimentos.
El problema es que no existen evidencias de control del fuego más allá de 500 mil años atrás. Pero Wrangham apunta a unas evidencias descubiertas hace poco en Koobi Fora, en Kenya, que presentan muestras de tierra quemada de hace 1.6 millones de años, que según parece contienen una mezcla de maderas quemadas, lo que podría indicar un propósito de quemarlas y no una casualidad.
Otros científicos, como Leslie C. Aiello, apuntan que no es la comida cocida lo que ayudó a desarrollar nuestro cerebro y cuerpo, sino la ingesta de tejidos ricos en calorías como el tuétano, el ceso y la materia cerebral de los animales.
Fuente: ScientificAmerican
Comentarios
El primero en apuntar la relación inversa entre tamaño del cerebro y tamaño del estómago en los primates fue sir Arthur Keith (en 1891!).
Un siglo después se apuntó la importancia de la cocina en las fases finales de dicho proceso por bastantes investigadores (Harris, Arsuaga, etc.) Es un tema muy trillado.
Y respecto a ese tema tan trillado lo único nuevo que aporta el estudio son un par de observaciones bastante polémicas y/o especulativas.
A cambio ignora un dato vital ya conocido. Y es que la mayor ventaja evolutiva que puede presentar la cocina no es el incremento en calorías ni el tiempo de masticación, sino la capacidad de conservar los alimentos mediante el ahumado/tostado.
Dicho de otro modo, lo que es vital en una sociedad de cazadores no es cuántas calorías tiene un mamut ni cuánto se va a tardar en masticarlo, sino el tiempo que se puede conservar la carne en buen estado. Ese es el fáctor crítico que da a la cocina una ventaja evolutiva.
En todo caso, sigue habiendo un problema, y es que no hay evidencias inequívocas de uso del fuego antes de la fecha que apunta Martín, unos 500.000 años BP. Por lo cual, ante la falta de pruebas, no hay modo posible de relacionar la cocina con el aumento del cerebro antes de esa fecha.
Una vez más, estamos especulando. Lo más probable es lo que dice Leslie C. Aiello sobre el túetano (gracias querido bifaz que me has permitido acceder a él) y el cerebro. Un cambio parcial de dieta posible gracias a la tecnología.
En lo que no estoy nada de acuerdo es en el "gusto" de la carne cruda ni en su capacidad de satisfacer energía. No hace falta hacer muchos estudios. Basta con comer una ensalada con carpaccio en cualquier restaurante italiano. Sabor excelente y tripa llena. Sin necesidad de fuego y en un entorno urbano.
No te digo nada lo que podemos llegar a comer si realmente tenemos hambre. Un abuelo mío cuando yo era chico me decía "tú no tienes hambre, majo, lo que tienes es ganas de comer. Pero el hambre es otra cosa".
Si en vez de cocinar,cosian,mala cosa.
Éstos debían estar siempre activos, atentos con todos los sentidos, con cuerpos fuertes, adaptados durante milenios para ese tipo de vida. nosotros somos
sedentarios, pasivos, estamos enfermos física y mentalmente... no sabemos nuestras capacidades reales, porque incluso nuestros parientes indígenas también tienen una cultura simbólica muy arraigada y esa cultura también ha marcado su evolución como grupo y una distancia con nuestras abuelas primitivas.
no quiero decir que nuestros abuelos no tuvieran cultura, pero ¿cómo comprender/imaginar una cultura no simbólica más evolucionada que nuestros primos los chimpancés (p.e.) sin caer en ideas de la nuestra?
y otra duda:
se sabe, por la formación ósea, que el esqueleto de un individuo actual alcanzó la edad de 40 años (p.e.)
¿hasta que punto puede ser factible o inducir a errores, trasvasar la misma información de los huesos y esqueletos actuales, para conocer la edad de los prehistóricos?
¿conoceis algún estudio?
salud!!
juanito
Los huesos pueden decir bastante sobre la alimentación, y sobre hábitos, pero sí, también puede estar contaminado por nuestra vision actual de las cosas, todo lo está.
Salut!
Mujerárbol
http://www.realhistoryww.com/world_history/ancient/Homo_habilis_erectus_neanderthal.htm
Pero desgraciadamente no encuentro allí el autor.
Y puesto a especular, imagino que el control del fuego pudo ampliar los métodos para hacerse con algunos animales que de otro modo serían difíciles de atrapar: los que se refugian en madrigueras, ahumándolas, por ejemplo.
De pequeño tuve amigos que decían que algunas noches cazaban pájaros con escopeta de aire comprimido y una linterna. Por lo que contaban, en noches sin luna, los pajarillos no volaban más allá de la zona iluminada por su linterna, lo que les permitía disparar una y otra vez sobre ellos. ¿Alguien sabe si esto es verdad? Si lo es, tal vez pudo darse esa misma experiencia a pedradas alrededor de alguna hoguera...