Hace unos días les informamos sobre unos descubrimientos que podrían desbancar al Hobbit de flores de su estatus de especie separada, Homo floresiensis, pero un nuevo estudio llega para ubicarlo nuevamente en su lugar.
El debate principal en torno al Hobbit es si era una especie diferente a la nuestra, o si era un Homo sapiens con alguna patología, se habló de microcefalia y de cretinismo, aunque hasta ahora ninguna de las dos se ha probado fehacientemente. Pero un nuevo factor se unió al debate: se trata de los homínidos enanos de Palau, que son muy similares al Hobbit de Flores, pero son Homo sapiens pigmeos, sano.
Pero un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, aboga en favor de que el Homo floresiensis sea una especie diferente de la nuestra.
El debate se centra en el cráneo del homínido de Liang Bua. El único ejemplar completo de Homo floresiensis es el LB 1 que tiene el cráneo completo. Para debatir si era o no un homínido enfermo se centraron en el endocráneo, en su forma y tamaño, sin prestarle mucha atención al resto de la evidencia morfológica que aporta el resto del cráneo del LB1 y el resto del cuerpo, casi completo.
Aquí vimos estudios sobre los fémures del Hobbit, y sobre su muñeca, que lo ubicaban en la posición de una especie característica, diferente de la nuestra.
Adam Gordon, Lisa Nevell, y Bernard Wood de
“Nosotros demostramos”, dicen los autores, “que a pesar de las razones que haya para el tamaño del cráneo, la morfología externa del cráneo del LB1 no se puede acomodar dentro de una gran muestra global de cráneos de humanos modernos normales. En cambio, la forma del LB1, que muestra a través de análisis multivariados que difiere significativamente de la de un humano moderno, es similar a la de un Homo erectus sensu lato, y, en menor cantidad, a un Homo habilis”.
Los resultados del estudio llevó a los autores a concluir con que son “consistentes con la hipótesis que sugiere que los especimenes de Liang Bua representan una población diminuta muy emparentada con los H. erectus recientes del este de África y/o Dmanisi o con H. habilis”.
“Esto es particularmente excitante”, dice Gordon en ScienceNow, “porque sugiere que realmente tenemos un linaje hominino que se separó del nuestro hace unos 1.7 millones de años, que persistió hasta el tiempo en que los humanos modernos comenzaron a poblar América”.
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